Técnicas de revegetación de zonas áridas y semiáridas con plantas nativas

26.08.24 10:23 PM

El 25% de la superficie de América Latina y el Caribe corresponde a tierras áridas, semiáridas y subhúmedas con períodos secos. De este total, el 75%, presenta serios problemas de degradación  muchos de ellos agravados por actividades humanas como la minería y la agricultura intensiva. Caracterizadas por sus escasas precipitaciones y altas temperaturas, las zonas áridas y semiáridas son especialmente vulnerables a la degradación del suelo, pérdida de biodiversidad y desertificación. 

La regeneración ambiental es el proceso de asistir ecosistemas dañados, degradados o destruidos para su restablecimiento espacial, estructural y funcional. Busca estabilizar, mejorar y garantizar la sostenibilidad en el tiempo de ambientes que fueron degradados como consecuencia de acciones humanas. 

Para ello despliega una serie de estrategias, donde la revegetación se destaca por su capacidad para restaurar ecosistemas, generando beneficios ambientales y contribuyendo a mitigar el cambio climático.

En este artículo, conoceremos algunos desafíos de la revegetación de zonas áridas y semiáridas,  exploraremos diversas técnicas de revegetación propuestas por la bioingeniería y, por último, conoceremos sus ventajas en relación a otras técnicas convencionales.

Desafios de la revegetación en zonas áridas y semiáridas

Para comenzar debemos comprender porque la revegetación de zonas áridas y semiáridas representa una serie de desafíos que debemos considerar a la hora de abordar la estrategia de revegetación:
  • Percepción cultural: El primer obstáculo reside en superar la percepción de la gente respecto a los sistemas áridos, muchas veces considerados como “desiertos”, tierras sin importancia o de bajo valor productivo. Esta percepción hace que el interés por la salud de estos ecosistemas sea muy bajo y, por lo tanto, disminuye la inclinación por su conservación o regeneración. Por el contrario, estos ecosistemas tienen características únicas e irremplazables. 

  • Escasez de agua: La disponibilidad limitada de agua es uno de los principales obstáculos para el establecimiento y supervivencia de las plantas. Sin embargo, los organismos nativos que habitan zonas áridas y semiáridas están adaptados a vivir con poca o casi sin agua. Para ello han desarrollado estrategias para realizar un mejor aprovechamiento de este recurso, como sistemas radiculares profundos, hojas reducidas o espinas, y mecanismos de almacenamiento de agua en sus tejidos. En este sentido, el éxito de nuestro plan de revegetación estará dado por una selección cuidadosa de las especies y la promoción de condiciones adecuadas para que las mismas puedan establecerse

  • Condiciones climáticas extremas: En línea con lo anterior, las altas temperaturas, la radiación solar intensa y los vientos fuertes, pueden dificultar el establecimiento vegetal.

  • Suelos degradados: La erosión, la salinidad y la falta de nutrientes limitan la capacidad de los suelos para sostener la vegetación. La degradación del suelo se traduce en una disminución de la materia orgánica, lo que afecta la fertilidad y la estructura del suelo.

Para abordar estos obstáculos de la revegetación en zonas áridas y semiáridas, es fundamental adoptar un enfoque integral que considere múltiples factores. La bioingeniería, mediante técnicas como el uso de biomantos, mulch y vetiver, nos brinda la oportunidad de estabilizar suelos y promover la revegetación.

Técnicas de revegetación de zonas áridas y semiáridas

▸ Hidrosiembra

La hidrosiembra es una técnica que consiste en aplicar una mezcla de semillas, fertilizante, mulch y un adhesivo a base de agua a alta presión sobre el suelo. La hidrosiembra nos permite sembrar de una forma rápida semillas de distintas especies, seleccionadas para ajustarse a las condiciones locales.

Esta técnica favorece una rápida cobertura del suelo, protege las semillas de la erosión y facilita la germinación. Además, el mulch es un aliado fundamental para la revegetación de zonas áridas y semiáridas ya que conserva el agua por más tiempo, disminuyendo la dependencia de riego en sitios con escasez hídrica. 

Aplicación de hidrosiembra en zonas áridas y semiáridas en el marco de un proyecto de regeneración ambiental en una escombrera.
Imagen 1: Aplicación de hidrosiembra en zonas áridas y semiáridas en el marco de un proyecto de regeneración ambiental en una escombrera. Fuente: GeoSoluciones.

▸ Biomantos

Los biomantos o geomantos biodegradables son estructuras tejidas de origen natural que se utilizan para estabilizar suelos, controlar la erosión y promover la revegetación. Pueden ser de diferentes materiales, como fibras vegetales o coco, y se fijan al suelo mediante estacas o anclajes.

El biomanto se combina con otras técnicas de bioingeniería como la hidrosiembra y refuerza el anclaje de las semillas al suelo, evitando que pierdan con la escorrentía y favoreciendo el desarrollo vegetal.  

▸ Sistema Vetiver

El pastovetiver (Chrysopogon zizanioides) es una hierba perenne con un sistema radicular muy desarrollado que lo hace ideal para la estabilización de suelos y la protección contra la erosión. Se utiliza en forma de barreras vivas o para estabilizar taludes.

Esta planta es extremadamente resistente. Tolera sequías y puede crecer en suelos pobres, salinos y con un pH extremo. Es importante destacar que requiere de ciertas condiciones de humedad para prosperar. Aunque su sistema radicular le permite acceder a fuentes de agua subterránea, la disponibilidad de agua en los primeros meses después de la plantación es crucial para su establecimiento. Además, debemos considerar el clima de la región ya que el vetiver es una planta de clima cálido.

Al estabilizar el suelo y crear microhábitats, el vetiver puede contribuir al establecimiento de otras especies vegetales nativas. Cabe destacar, que al no producir semillas, vetiver no supone riesgos de invasión exótica. 

Plantas nativas, aliadas para la revegetación

Las especies nativas de zonas áridas y semiáridas han desarrollado, a lo largo de la evolución, adaptaciones excepcionales que les permiten sobrevivir y prosperar en condiciones extremas de sequía y temperatura. 

Algunas de estas adaptaciones incluyen:

  • La producción de semillas con dormancia prolongada, capaces de germinar solo cuando las condiciones ambientales son favorables.

  • La presencia de espinas y hojas reducidas para minimizar la pérdida de agua por transpiración.

  • Ciclos de vida lentos que les permiten resistir largos períodos sin lluvia.

La selección de especies nativas es fundamental para garantizar el éxito de los proyectos de restauración. Al conocer las características específicas del sitio, como el tipo de suelo, el clima y la disponibilidad de agua, se pueden seleccionar aquellas especies que presentan mayor probabilidad de supervivencia y crecimiento.

Imágen 2: Plantas nativas adaptadas a zonas áridas y semiáridas de Argentina. Fuente: Elaboración propia en base a Restauración de ambientes degradados: aspectos teóricos y prácticos en tierras secas de Argentina

La restauración de comunidades vegetales en tierras secas requiere un enfoque integral. Es recomendable establecer, de manera simultánea, una combinación de especies arbustivas, herbáceas rizomatosas y gramíneas perennes. Esta estrategia promueve la diversidad funcional y aumenta la resiliencia del sistema ante perturbaciones. 

Las gramíneas y herbáceas rizomatosas, en particular, se comportan como especies pioneras, facilitando el establecimiento de otras especies como arbustos. Esta sinergia entre especies acelera el proceso de sucesión ecológica y contribuye a la recuperación de la estructura y función del ecosistema.

Técnica para revegetar con nativas

La rusticidad de muchas especies nativas permite su trasplante directo desde el campo hacia el área a restaurar. Esta práctica, cuando es posible, reduce los costos de producción de plantines y acorta los tiempos de establecimiento. 

Por otro lado, muchas de estas semillas de plantas nativas presentan características morfológicas que dificultan su siembra tradicional. La hidrosiembra se presenta como una técnica que permite superar estos desafíos. Además, al mezclar las semillas con un hidrogel y otros componentes, se crea una matriz que facilita la germinación y el establecimiento de las plántulas.

¿Para qué revegetar las zonas áridas y semiáridas?

La revegetación de zonas áridas y semiáridas es una práctica fundamental que aporta múltiples beneficios tanto al medio ambiente como a las comunidades locales.

▸ Beneficios Ambientales

  • Prevención de la erosión: La vegetación actúa como una barrera natural que evita que el viento y el agua remuevan y arrastren las partículas de suelo. 

  • Recuperación de la biodiversidad: Al restaurar la vegetación nativa, se crean hábitats para diversas especies de flora y fauna, contribuyendo a la conservación de la biodiversidad y a la creación de corredores biológicos.

  • Mitigación del cambio climático: Las plantas absorben dióxido de carbono de la atmósfera, ayudando a combatir el calentamiento global. Además, la vegetación influye en el ciclo del agua, regulando el clima local.

  • Protección de los recursos hídricos: La vegetación ayuda a infiltrar el agua en el suelo, recargando los acuíferos y mejorando la calidad del agua.

▸ Beneficios Socioeconómicos

  • Mejora de la calidad de vida: La vegetación mejora la calidad del aire, reduce la contaminación acústica y proporciona espacios verdes para el recreo y el bienestar de las comunidades.

  • Protección de infraestructuras: La vegetación ayuda a proteger las infraestructuras, como carreteras y viviendas, de los efectos de la erosión y los desastres naturales.

  • Desarrollo de actividades productivas: La revegetación puede favorecer el desarrollo de actividades sostenibles como la agricultura, la ganadería y el turismo.

Bioingeniería vs. técnicas convencionales

Las técnicas de bioingeniería ofrecen una serie de ventajas significativas en comparación con las técnicas convencionales de estabilización de suelos en zonas áridas y semiáridas. Al utilizar materiales naturales y aprovechar los procesos ecológicos, estas técnicas contribuyen a la estabilización de suelos mientras que tienen un impacto ambiental positivo. 

A diferencia de las estructuras rígidas y artificiales, como los muros de contención, las técnicas de bioingeniería se adaptan a la topografía y las condiciones locales, creando soluciones más flexibles y resilientes. Además, al utilizar materiales naturales como la vegetación, estas técnicas favorecen la biodiversidad, mejoran la calidad del suelo y contribuyen a regular el microclima.

En términos de costo, las técnicas de bioingeniería pueden presentar un costo inicial ligeramente superior, pero a largo plazo resultan más económicas debido a su mayor durabilidad y menor necesidad de mantenimiento. Por otro lado, las técnicas convencionales a menudo requieren de reparaciones y reemplazos periódicos, lo que incrementa los costos a lo largo del tiempo.

Desde una perspectiva estética, las soluciones basadas en la bioingeniería se integran de manera más armoniosa en el paisaje, mejorando la apariencia visual de las zonas restauradas. En contraste, las estructuras artificiales pueden generar un impacto visual negativo y desentonar con el entorno natural.

Si bien las técnicas convencionales pueden ofrecer resultados más rápidos a corto plazo, las soluciones basadas en la bioingeniería, aunque pueden requerir un tiempo de establecimiento inicial más largo, a la larga ofrecen resultados más duraderos y resilientes. Esto se debe a que las plantas y los microorganismos asociados contribuyen a fortalecer la estructura del suelo y a crear un ecosistema más estable y autosuficiente.

Conclusión

La restauración de zonas áridas y semiáridas es una tarea compleja pero necesaria para garantizar la sostenibilidad de estos ecosistemas frágiles. A través de la selección cuidadosa de especies nativas y la aplicación de técnicas de bioingeniería, es posible lograr una recuperación efectiva de estos ambientes.

La bioingeniería, ha demostrado ser una estrategia eficaz para estabilizar suelos, promover la revegetación y proteger contra la erosión. Su combinación con plantas nativas desde un enfoque ecosistémico que considere las interacciones entre los diferentes componentes del ecosistema potenciará los beneficios de la generación ambiental. 

La restauración de zonas áridas y semiáridas no solo aporta beneficios ambientales, como la recuperación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático, sino que también genera beneficios socioeconómicos, mejorando la calidad de vida de las comunidades locales y promoviendo el desarrollo sostenible.

En un contexto de cambio climático y creciente degradación de los suelos, la restauración de ecosistemas áridos y semiáridos se convierte en una prioridad global. La investigación continua y la innovación tecnológica son fundamentales para desarrollar nuevas herramientas y estrategias que permitan abordar los desafíos de la restauración en estos ambientes extremos.

Bibliografía















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